Nuestros biólogos emplean un microscopio aproximadamente cinco veces más potente que los microscopios habituales de un laboratorio de fecundación in vitro (consiguiendo más de 6.000 aumentos), siendo capaces de examinar los espermatozoides de manera pormenorizada y pudiendo incluso, observar con detalle orgánulos intracelulares, como las vacuolas, que provocan desestabilización en la cromatina.
De esta forma se consigue estudiar de cerca la morfología del espermatozoide y descartar aquellos que son deformes o no aptos para la fecundación, ya que, normalmente, un óvulo fecundado por un espermatozoide defectuoso acaba en aborto. Con el IMSI, en cambio, al poder seleccionar espermatozoides sin alteraciones morfológicas se incrementan las tasas de fecundación y de implantación, mejora la calidad embrionaria y disminuyen las tasas de aborto.