Más cómoda:
Las principales ventajas que ofrece este procedimiento son menores dosis de gonadotropias, por lo tanto, mayor comodidad.
Al necesitar menor cantidad de medicación y ser esta de uso oral o inyectable en un solo día, la mini FIV resulta más cómoda para la paciente y disminuye de forma drástica el estrés que supone el tratamiento.
Evita la necesidad de congelar embriones:
Al disminuir las dosis de medicación y realizar una estimulación ovárica suave, se produce un menor número de óvulos. El objetivo de una Mini FIV es, precisamente, conseguir entre 2 y 8 óvulos en vez de entre 8 y 15 como en una FIV convencional. Esto es debido a que se recurre a la Mini FIV en casos donde la paciente tiene mayores probabilidades de embarazo. El resultado es un menor número de embriones que contarían con mayores posibilidades de éxito, por lo que, normalmente, todos son transferidos al útero de la paciente y no suele ser necesario congelar embriones.
Por lo general, las pacientes que llevan a cabo un ciclo de FIV convencional suelen disponer de embriones sobrantes que no se transfieren al útero de la mujer y que son criopreservados para su posible uso posterior. En aquellos casos en los que en la primera transferencia de embriones no se produce el embarazo, los embriones criopreservados permiten llevar a cabo una nueva transferencia, incrementando de esta manera las posibilidades de embarazo del tratamiento. Cuando se determina que la paciente es apta para recibir un tratamiento de Mini FIV en vez de una FIV convencional, es, en la mayoría de casos, porque sus probabilidades de embarazo son mayores.
Menos costes:
En la FIV suave el coste de la medicación hormonal se reduce con respecto a la FIV convencional. La medicación hormonal, que típicamente supone un coste alto dentro del tratamiento, se reduce de manera considerable al estimularse los ovarios de la paciente con una mínima cantidad de medicación.
Por otra parte, también el coste de laboratorio es sensiblemente más bajo al trabajar con menor cantidad de gametos. Asimismo, se elimina el coste de crioconservación de los embriones pues es bastante improbable que existan embriones viables que no se transfieran al útero de la mujer y que, por tanto, haya que crioconservar.